Mezcla de forma magistral una investigación policial con la mitología vasco-navarra.
La novela comienza con el descubrimiento del cadáver de una adolescente en una zona del bosque de difícil acceso, poco después nuestra protagonista, la inspectora Amaia Salazar, logra relacionarlo con otro asesinato cometido poco tiempo antes. Esto llevará a Amaia a volver al luigar en el que nació en el que tendrá dos frentes abiertos: la investigación policial y los recuerdos de una infancia turbia a los que no se ha enfrentado todavía.
La novela tiene todos los ingredientes para enganchar al lector. Por una parte la investigación policial es muy buena, mantiene un buen ritmo, no es predecible ni aburre y, por otra parte, la vida personal de Amaia, los recuerdos de infancia que la atormentan. Por último, las incursiones de seres mitológicos le da ese punto para convertirla en una gran novela.
Los personajes están bien construidos, de hecho más de uno es sospechoso de ser el asesino. Tienen mucha personalidad y la autora ha sabido darles la importancia que merecía cada uno para el desarrollo de la trama. El paraje donde se desarrolla la historia es inmejorable, crea un ambiente mágico.
El final del libro, la resolución de los crímenes, no es brillante, pero bastante bueno, incluso deja abiertos algunos interrogantes para futuras entregas.
Lo mejor: el ambiente es perfecto, el valle, la niebla... da un poquito de miedo y es un enclave perfecto para una investigación de este tipo.
Lo peor: por ponerle un pero, esperaba que la trama mitológica tuviera otra resolución, que la lógica se impusiera, pero como es ficción, todo puede ocurrir.
Si todavía no lo habéis leído, os lo recomiendo. Le vamos a poner un 8,5
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